martes, 29 de octubre de 2013

La testaruda

Tengo días y días. Con frecuencia suelo ser torpe, risueña, a veces algo arisca, a veces algo dulce. Y aunque me cueste admitirlo, soy muy sensible. Llorona. Cuando nadie me ve.
También tengo mi lado riguroso, constante, intratable, soy tosca. Como dije antes: arisca es la palabra. Y aunque no sea culpa de nadie, cuando alguien me decepciona, me voy transformando en una persona severa. Incapaz de perdonar por completo. Mortifico. Mortifico a quienes creía que eran...algo más. Luego me encargo, por decirlo de alguna manera, de destruirlos por dentro, y me alejo, por que también soy débil y cobarde. Así de rencorosa soy. Y es sólo para que sepan cuanto me duele todo y cuanto lloro, sin que lo sepan. Y no lo saben.
Es horrible cuando estoy en este estado de rabia inconmensurable, los termino mandando a todos a la reverenda mierda, cuando en realidad sólo espero que vuelvan a mí, y me amen. Así de orgullosa soy. ¡Y eso que no me enorgullece ser Así de orgullosa!. Nadie vuelve. Nadie volvería con una persona así de horrenda.
Cuando me enojo con Otro, es para toda la vida, incluso aunque ya no esté enojada.
Recuerdo que reía con picardía de las cosas que hablabas. En el fondo era algo de admiración. Envidia.
Mientras yo me asentaba en la tierra con todas mis leyes y códigos inquebrantables, con cada pasito pausado y errático que dabas, alzabas vuelo. ¿Por qué yo no puedo? ¿Por qué no puedo alcanzarte?.
Dos personas necesitan perderse para volver a encontrarse. Nunca fue mío y siempre estuvo fuera de mi vida.
Pero en el fondo, lo sigo esperando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario