martes, 5 de junio de 2012

Nostalgia.

El recuerdo de mi antigua secundaria puede describirse como: Casi precaria.
La mayoría de las puertas carecen de picaportes, lo primero que uno puede apreciar son los chistes obsenos pintarajeados en las paredes, mesas, sillas e incluso el baño (Sin mensionar el nunca infaltable "Fulanito te amo!!!" en las puertas de los baños femeninos).
El patio es relativamente grande y por sus rincones descansan cenizas y colillas de cigarros que los más grandes abandonan allí. Y no voy a olvidar los grafitis que los egresados dejan para ser recordados.
Muchas veces los profesores faltaban, es ahí cuando yo comenzaba a vaguear subiendo y bajando escaleras o entrando y saliendo de los cursos donde no había nadie. O simplemente me sentaba en un banco y tuteaba al que tuviese junto a mí.
Pero yo te recuerdo con el alma apretada. 
En uno de esos días donde las fechas y horarios coinciden, estaba divagando por los pasillos del Liceo, hasta que te vi. Vos hacías muecas chistosas para que yo pudiera tomar fotos con mi cámara.
Ese día se sufrió un calor especial, de esos donde todo es humedo y pegaso. Lo recuerdo con el cuerpo, no con mi memoria, sino con mi piel. La remera de algodón que traía puesta ese día no paraba de pegarse a mi cuerpo cual tatuaje.
  Normalmente la humedad y todo ese calor veraniego me habría puesto de mal humor, pero el sólo hecho de estar a tu lado me daba cosquillas en el estomago, y me hacía sentir risueña.
  Luego de fotografiar un par de muecas más, me colgué a tu cuello como si fuera una niña pequeña y jugamos a los caballos y caballeros, galopando por todas partes, pateando a la gente y riendo como trogloditas reviviendo la edad del pavo. Entonces sentí un abismo dentro de mi pecho.
¿Qué sería, de mí, si ya no pudiese estar ahí? ¿Qué sería de nosotros si algún día ya no fuéramos amigos?
¿Tendrías a alguien más con quien reír y soñar? ¿ Yo podría reemplazarte?
  Todas esas preguntas llevarían consigo un significado que todos comprendemos dentro de nuestros corazones, pero nadie se atrevería jamas a responder, sólo por el simple hecho de ser tan humanamente débiles.

No quiero a nadie más. 

 Me aferre a tu espalda "como naufrago a la orilla". Respire profundo tu perfume. Y desee que ese momento jamas terminase.


Querido precario pero añorado colegio: No olvides nuestros pasos por ti. Que en tus baldosas y paredes quede impregnada nuestra presencia y felicidad. Mi amigo...no me olvides. No me olvides.

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