miércoles, 20 de junio de 2012

  No tengo otra cosa que ofrecerle, más que éste despojo de ser humano y el inmenso amor que tengo por su boca que, aún siendo yo, sólo un desperdicio de carne y huesos, sus labios se acomodan y desacomodan, recorriendo dulcemente mi cuello, mi pecho, mi vientre. No poseo otra cosa que no sea un deseo constante del roce con su piel. Pero por sobre todo, nunca perderé el ferviente anhelo que tengo por su mirada...esa que con tanta facilidad me dobla y desdobla, descubriendome un poquito más cada día. No deseo ni desearé que un tercero mire a través de mí, como usted lo hace.

Es usted, sólo usted mi amado.
Usted. Y nada más importa.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario